¿Por qué es necesario el antirracismo?

Autoría: Iliassou Olalla Benjumea y Gabriel Vargas Zapata
Comunidad Negra Africana y Afrodescendiente en España – Málaga

En una sociedad racista, no basta con no ser racista, hay que ser antirracista.

-Angela Davis-

En la cotidianidad, cuando decidimos hablar del racismo, lo hacemos desde un estatus moral tradicional. El racismo es malo, ergo, como individuo no quiero que se me relacione con tal fenómeno. Pero esta lectura, además de básica y simple, desresponsabiliza al individuo respecto a su situación política y ética dentro de la sociedad.

La propia Real Academia Española se encarga de reforzar esta dinámica con una definición incompleta de lo que el propio racismo representa y significa, obviando el consenso científico que lo define como aquella discriminación de una raza a otra, basado en la supremacía blanca. Esta última parte que, deliberadamente, es censurada, nos sugiere que estamos hablando de una dinámica de poder y de una construcción social que parte de la propia acepción idiomática de la palabra; y ante esto, la moralidad (que además tiene un componente subjetivo muy fuerte) pierde toda posibilidad efectiva.

Aparentemente, tratar el racismo desde lo moral, supone que se deja de ser racista, pero, ¿qué nos hace realmente dejar de serlo? ¿Qué fin útil existe en abandonar las habituales prácticas racistas, si siguen existiendo, por ejemplo, lugares como los CIEs? O que, todavía muchas festividades en España tengan un marcado índole racista (como los pajes de Alcoy o el Mataculebra del Carnaval de Tenerife). O que, los cuerpos de las personas negras sean constantemente caricaturizados, exotizados, fetichizados e hipersexualizados en la publicidad, la televisión, el cine y la cultura visual en general, especialmente, las mujeres negras a quienes se les sitúa constantemente en contextos de prostitución o exhibición injustificada. O que la medicina (en todos los niveles) no pueda dar explicación aún, a cómo se manifiestan determinadas enfermedades en personas negras, lo que señala su propio mecanismo de jerarquías, donde las personas blancas se ubican siempre en posiciones de privilegio respecto a las demás. O que la propia sociedad española desconozca su historia afro, especialmente la de la península ibérica desde hace más de 800 años, censurada completamente por los estudios históricos y los libros de texto.

Al hilo de esto último, a las personas negras se nos sitúa como exclusivamente inmigrantes africanos, cuando en realidad existe también una importante cantidad de población afro en otros contextos geográficos como Latinoamérica, el Caribe o Norteamérica. La misma población negra en España y otros países de Europa, es por su naturaleza heterogénea, diversa, y multicultural, y no siempre necesariamente extranjera, aunque siempre afrodescendiente.

En ese sentido, nos encontramos con que los diversos agentes sociales y políticos en España que no solo se niegan a considerar a las personas negras y africanas como sujetos políticos, sino que además procuran en su interacción con ellos, situarse como representantes, protectoras y salvadoras de su negritud. Esto se traduce en que, ya no solo instituciones representantes del Estado (constituido también por personas negras), sino que, además, las propias asociaciones, ONGs, partidos políticos, redes de apoyo, colectivos, centros asistenciales y sociales, etc., autodefinidas y posicionadas contra el racismo, en la práctica no son efectivamente antirracistas.

En la búsqueda de una auténtica incidencia jurídica, social, cultural y política, el trabajo activo para generar cambios reales que impacten directa y positivamente en la población negra, su calidad de vida, la igualdad de derechos y oportunidades y en general, en la construcción de una verdadera justicia social para todas; no tiene cabida el situarnos o definirnos únicamente como no racista. Existe la necesidad vital y la demanda histórica ineludible y reparadora de construir entre todas una sociedad segura y respetuosa en la que quepamos, sin condiciones, todas las personas negras.

La principal y más grande herramienta de trabajo activo para ello es, sin lugar a dudas, la lucha antirracista, interseccional, política, feminista, sexodiversa y que no excluya la diversidad funcional. Un antirracismo político que combata el racismo no sólo con pancartas, consignas y movilizaciones tan necesarias, sino con literatura, investigación y academia, y las nuevas formas de hacer en lo cotidiano donde están visibilizadas e incluidas las necesidades y reclamos de las personas negras y afrodescendientes que formamos parte de la sociedad española y del mundo.

Justicia, Verdad y Reparación.

Poder Negro.

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