Convivencia
y espacios públicos
Son muchas las personas que piensan que la violencia hacia la mujer es un fenómeno esencialmente ligado a la inmigración, y que las personas inmigrantes ‘traen’ el machismo de sus países porque proceden de sociedades más tradicionales, menor desarrollo normativo, económico o social.
La desigualdad entre hombres y mujeres es una realidad global de todo el planeta, afecta a todas las sociedades, grupos sociales, edades, contextos y tiene múltiples dimensiones: del social al económico, religioso o político. Además, los contextos sociales son fundamentales a la hora de determinar las expresiones de dominación y violencia.
En España 7 de cada 10 condenadas por violencia machista son españoles (datos de 2018)
El 31,5% de los casos de violencia machista denunciados los sufren mujeres migrantes. Un porcentaje similar al de mujeres fallecidas extranjeras en los últimos años a causa de la violencia machista
Situaciones límite, soledad, desarraigo y una cultura patriarcal más consolidada hacen que la violencia machista se cebe en las mujeres inmigrantes, de manera que están sobre-representadas respecto a su población total en el país.
Por otro lado, el proceso migratorio hace que las mujeres inmigrantes se encuentren en muchas ocasiones con más dificultades que las mujeres autóctonas para poder salir de la situación de violencia, así como acceder a los recursos legales y psicosociales que existen para este tipo de circunstancias.
Las mujeres inmigrantes sufren, en muchas ocasiones, una doble discriminación por ser mujeres e inmigrantes. Tiene muy poco sentido poner el foco en la nacionalidad cuando hablamos de un tema tan grave como la violencia machista, que suele ser un terreno plagado de habladurías y aspectos difícilmente cuantificables.
Además, son personas que han tomado la difícil decisión de dejar su casa, su país, su familia y amigos y, en muchas ocasiones, hasta a sus propios hijos e hijas para embarcarse en un proyecto de futuro que supone viajar a un país que les es desconocido que en demasiadas veces les recibe de forma hostil. Un proyecto que en suelen compartir con su pareja, pero que en otras muchas emprenden en solitario, con decisión y valentía.
La violencia machista está ligada a las relaciones de poder asimétricas que colocan a las mujeres en una situación de subordinación y vulnerabilidad, más allá de su situación económica o el desarrollo del país en el que viva.
Por desgracia, la violencia de género no conoce clase social, nacionalidad, procedencia, ni fenotipo. Es una lacra que se da en toda sociedad basada en un modelo patriarcal.